Bagatela. *
Hay días de nuestras vidas que,
en apariencia, transcurren
vacíos de carga o de sentido.
Las horas pasan lentamente,
con sigilo, como gotas
cayendo de un alero,
después de una tormenta
que ha dejado solitaria
y silenciosa la ciudad.
Sentimos la vacuidad
de nuestra hora,
que se va sin despedirse
y no nos duele su partida.
Sucede que estamos exhaustos,
hastiados de luchar
con la absurda misión
de justificar el absurdo.
Nos dedicamos al sueño, al olvido.
Nos entregamos al abandono
y nos rescatamos en la entrega.
Todo se hace tarde,
el tiempo se alarga,
el espacio se ensancha
y cobra fuerzas.
Pero nada nos preocupa,
si hemos sabido guindar
nuestra piel en el armario
y tomar la previsión
de abjurar, por el momento,
de nuestro juego de afeites,
poses y ceños.
Nuestra casa,
recinto del cuerpo, cobra su lugar.
Desayunamos luego de haberse
esfumado la hora del almuerzo
y resulta ser el mejor desayuno
de nuestras vidas porque
lo salpimentamos con la urdimbre
de imágenes, fantasías y pasajes
de tres o cuatro sueños zurcidos
mientras nos refociláramos
entre sábanas y almohadas.
Un vago impulso nos dice
que deberíamos hacer algo,
pero no nos dejamos intimidar,
aunque nos decimos: está bien,
voy a organizar el desorden
de los discos, por ejemplo.
Y ponemos algo de música,
en el ínterin, y prosigue la
labor de reconciliación y
comunión con el mundo que
trasciende nuestro humano paso.
Y aunque la música
nos induce a reconciliarnos,
también, con la memoria,
ello no nos lleva al borde
de un abismo, ni a padecer
una lucha entre contrarios,
pues la música es aliada perfecta
de esos días aparentemente vacíos
de carga o de sentido.
Y así, las horas siguen danzando
su ritual del adiós, mientras
nosotros damos gracias al cielo
de poder andar entera
y verdaderamente desnudos.
* lacl, 22 de Agosto, 2010.
Es un texto originalmente escrito en prosa y como tal puede leerse. Al disponerle en versos lo intitulé Bagatela, dado que su origen ha sido prosistico. No pretendo, con ello, desmeritar la amada prosa, sino dejar rastros de una meditación que nació a medio camino, entre la prosa y el poema. Si no agrego acá la versión en prosa es estrictamente por razones técnicas. Trabajo desde un móvil y no desde una pc, y al no ser ducho en la materia, no hallo (todavía) un modo sencillo de formatear el texto para que aparezca en los sencillos aparejos con que nació.
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Nina Simone, Isn't it a Pity
(de George Harrison)
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