Dejamos acá un hilo de sus libretas, sobre la persona del poeta. Y, más abajo, algunas estampas generales de su manuscrito "Apotegmas contra la peste". Todas las imágenes son de su ciudad o de sus inmediaciones y de los días en que esbozara sus apuntes y apotegmas.
Salud, lacl.
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El poeta camina siempre entre la bruma.
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Jamás pretenderá que se le vea.
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Es el desapercibido.
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Cuando se hace notar pierde nobleza.
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Respira entre la bruma, con dificultad, pero ése es su aire.
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Le toca balbucir la palabra en el ombligo de la asfixia.
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Anselmo Di Testarutto, Apotegmas contra la peste, Turín, 1935.
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Y de otra serie de sus apuntes.
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Gentes hay de mal disimulada perversidad que cuando tocan a tu puerta es para confirmar si ya te moriste. Siempre se asoman -eso sí- con rostro angelical.
Son tan taimados y de alma tan retorcida que, por lo usual, optarán por darle al gozne de algún allegado. Al abrirles la puerta le preguntarán por Don Anselmo, pongamos por caso. Sí el interpelado es alguien de buen corazón, inmediatamente detectará la treta del mefítico y, ante sus indagatorias, le responderá que lo siente, pues no sabe nada del paradero de ese señor.
Apotegmas contra la peste, Anselmo Di Testarutto, Turín, 1935.
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Acercarse a la gente no es acercarse al poder.
Acercarse al poder no es acercarse a la gente.
Anselmo Di Testarutto, Apotegmas contra la peste. Turín, 1935
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¿Cuál ha de ser la razón de que las multitudes marchen solas y, más que individuadas, resquebrajadas?
No lo sé, pero un signo a atender es que esa despedazada humanidad marche siempre con las manos puestas en el hígado y atenta a una rápida e iracunda respuesta a quien se le ocurra expresarle alguna incomprensión, así haya sido una amorosa incomprensión. Hay tanta exasperación esparcida por los campos que el lema es, sempiternamente, “dispara primero, pregunta después”.
Anselmo Di Testarutto, Apotegmas contra la peste. Turín, 1935
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El peor de nuestros males es la soberbia que enceguece y poda, con hoz macabra, todo retoño o afloramiento del substrato de los sentimientos. Una peste ha señoreado en nuestra tierra y se ha colado en oleadas de individuos, y ésta no es otra que la de un regodeado sadismo… Una, no únicamente impune, sino impúdica e irreverente barbarie…
Anselmo Di Testarutto, Apotegmas contra la peste. Turín, 1935
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Amasar fortuna y sanar enfermos son dos misiones que no van de la mano…
Anselmo Di Testarutto, Apotegmas contra la peste. Turín, 1935
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Las amenazantes murmuraciones del dios Wotan, dios del viento y del hierro de las guerras, se vienen agitando desde hace tres noches. Inquieto se haya el adorador de las fuerzas ctónicas, pero el martillo y el venablo que de continuo agita a los cuatro vientos, les serán arrancados de sus turbadas manos y se verá tan desnudo y humilde como tendría que haberse visto cuando era un Infante.
Anselmo Di Testarutto, Apotegmas contra la peste. Turín, 1935
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Fueron años duros, los del auge del fascismo. El Duce en Turín.
GALERÍA DE ORFEO.
Y para compensar, nuestra galería de Orfeo.
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