Va este póstumo ramito para Armando Rojas Guardia
Hay quienes aseguran que el alma no desea. Con razón, tantos desengaños.
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El alma desea. Y lo hace vorazmente.
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Contadas son las gentes en las que alma y cuerpo han hecho
crisol al copularse. Bienaventurados.
En quienes alma y cuerpo se hicieron carne alada en el
meollo del misterio, irrumpe una fugaz visión del Edén. Un raptus.
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Alma y cuerpo, un matrimonio.
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¿Hay una mística de la piel? Acaso no podamos aseverarlo pero,
¡cómo se eriza al rozar el cielo!
Alma, amor, cuerpo, deseo. Apotegmas. lacl, 02 de Julio, 2020
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Yo respeto mucho a Schopenhauer y su tesis
de que el amor se enmascara en la inagotable necesidad de preservarnos como
especie. Pero también respeto el sentir, tanto o más que a Schopenhauer. Y hay
un sentir amoroso, como hay también un sentir deseoso. Y hay una belleza que se
siente, como señalara alguna vez el sabio Borges. La belleza, el deseo y el
amor no van a contraflujo en mi red de caminos. Pero eso es algo personal y no
pretendo con ello desdecir el sentir de los demás. Sin embargo, me veo en la necesidad
de acotar que yo no puedo hacer un atado con las espigas amorosas, en donde
puedan ir liadas las flores de nuestro metafísico amor y tengan que ser
desestimadas las flores del deseo amoroso o aquellas flores en las que encarnan
nuestras ansias de colmar y ser colmados por nuestra media naranja. A estas
alturas de mi vida, no he rechazado la belleza de los deseos amorosos que
buscan conjuntarse en la transmigración de almas y cuerpos, que no hay cuerpo
sin alma, ni alma sin cuerpo, la una es extensión de la otra. Si consideramos
al deseo como algo sucio o pecaminoso, como un vil objeto de intercambio o como
una única expresión de los bajos instintos podría (quizás) comprender la náusea
que a algunas personas les causen las relaciones amorosas de dos cuerpos
deseosos que se juntan, pero no las comparto, porque eso es rebajar el deseo
que nace de alma y cuerpo. Si algunas personas piensan que el deseo es sólo
aprovechamiento o sacar partido de otro ser, pues no soy yo quien les vaya a
contradecir su opinión. Y no digo esto con ánimo de polemizar, sino por dejar
constancia de que el mundo sensible es un arcoíris en el que todas las visiones
y sentires son válidos y tienen derecho a convivir, incluso, cuando sean
opuestas. Para un servidor, el deseo amoroso jamás podrá ser comparable a los “amores
puros” del rey Midas por todo lo que brilla o a las elevadas sutilezas que
predica Ammon con su codicia.
lacl, 29 de Junio, 2020
La belleza acecha y duele
ResponderBorrarLa belleza acecha y duele
ResponderBorrarCaramba, Ana María, no llegué a leer tu comentario; descaminado como soy. Estamos de acuerdo. Pero preferiré vivir en medio del dolor que ocasiona a vivir la vida como si no corriera sangre por nuestras venas... Un fuerte abrazo
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