Nadie dramatiza un bolero con tanta intensidad y con tan
supremo arte (basta escuchar el matrimonio de voz y piano) como Ignacio Villa,
Bola de Nieve... Yo vine a conocerlo, un poco mejor, por cosas del destino. El
imberbe que se iniciaba en las calles citadinas se detuvo una vez en una tienda
de licores del viejo Paraíso caraqueño, pues iba -si mal no recuerdo- para una
fiesta. La tienda contaba con una vitrina de cassettes, algo un tanto inusual
en las licorerías. Me detuve con curiosidad a ver la oferta musical. Me llamó
mucho la atención ese cassette que promocionaba al grande de Ignacio Villa (no
mencionaban su epíteto, tan conocido, de Bola de Nieve). Lo compré por impulso
o intuición. Lo cierto es que, luego, al escuchar esa maestría al teclado (sus
dedos son una orquesta sobre el piano) y esa entrega tan absoluta del corazón
al interpretar letra y sentir, haciendo de cada pieza interpretada una
inconcebible puesta en escena montada por el pecho, pues me dije: estaba
escrito, era para mí, este señor es otra cosa. Y desde ese momento mi vida ha
estado acompañada de su arte. El bolero es algo muy de estos aires y de estas
luces tropicales, y con aires tan joviales como se presentan, pareciera
imposible imaginar el caudal de esa brumosa pasión que se desborda también en
el bolero. En el Caribe somos así, joviales y trágicos, capaces de bailar sobre
una tumba una rumba, de alzarle voces a la luna para cantar sobre amores
contrariados, pero siempre un poco andaluces, con un “cuchillito de palo” bien
dispuesto a cercenar muñecas, como para redondear la escena: teatro del bueno,
a todo pulmón y a do de pecho, con esa música que es capaz de darle expresión a
nuestra vena. Sé que muchos le habrán escuchado una y mil veces, pero no está
demás volver a escucharle. Y quienes no le hayan escuchado, pues aquí les dejamos con esa simpleza, tan compleja, de voz y piano.
Salud!
lacl
Salud!
lacl
Poesía y música, así transmitida, como en sencillas frases casi habladas y en inesperadas pausas y arrebatos... suenan tortuosas para mi. El encanto de esta forma musical no creo pueda ser apreciada sino por quienes crecen junto a ese sentir tan íntimo y literario a la vez como ustedes. Por aquí en España, fue popular, hace muchos años Alberto Cortez que lo recuerdo cantar al estilo escuchado. Este argentino, aquí olvidado aunque se le haya colgado una medalla antes de morir, tuvo su mayor influencia con ''Cuando un amigo se va'' y ''Castillos en aire'' pero con muy poca penetración. Aquí el bolero y cantautores ''de las cosas simples'', fue cosa de finales de los 60 y principios de los 70. Las cintas de cassette se vendían en gasolineras, igual que las de María Dolores Pradera o Machín. Gracias por los enlaces a la música. Un saludo.
ResponderBorrarHace días creí haber dejado un comentario, una manera de expresar las gracias por que haya blogs así donde uno se encuentra con un remanso de calma, como en un descanso pero también contemplación callada. Por lo que sea, el comentario no sale porque quizá hice algo mal en el transito. Gracias por la música tan difícil de notar aquí esa manera de expresarla y mucho menos sus peculiaridades sonoras. Un saludo.
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