El hallazgo, José Antonio
Ramos Sucre, Las formas del fuego.
Los marinos me habían acostado en el ataúd de
sicomoro, habilitándome para el sueño subterráneo. Se ausentaron después de
ensayar conmigo una planta de cebolla, de olor nauseabundo. Me dieron a beber
el zumo de sus hojas velludas y de su raíz, del grueso de un dedo. Se pagaba
del suelo secano y sus flores apacentaban la voracidad de un enjambre de
sabandijas de coselete doble, abastecidas con el aparejo de un verdugo.
El dolor de cabeza y un ligero frenesí me asaltaron
después del cesamiento del sopor. No vi sino imágenes de espanto y de crueldad.
Un pájaro se ensañaba con su hijo.
He roto sin darme cuenta la cifra de un pensamiento
inexpresable, dibujada en la frente de un monolito, y miré alzarse delante de
mí una serie de estatuas indignadas, de ojos de esmalte.
He desechado, recelando una perfidia, la nave
suelta en el vecino río de lodo, en medio de una selva marchita.
Esforcé el paso en demanda de un monte sereno, en
donde nacieron y posaron la planta fugitiva, una vez proscritos, los númenes
alegres del paraje.
Descubrí una lápida adherida a un sitio
inaccesible de la cuesta, y la alcancé a rastras y jadeando. Mostraba, a manera
de señal, una figura humana terminada en el pico de un ave rapaz. Cedió
fácilmente al empuje de mis manos y dejó ver un aposento húmedo y
fosforescente.
He escondido de los compañeros infieles el
secreto de mi riqueza inagotable.
CONSEJO IMPORTANTE DE ORDEN INTELECTUAL PARA LORENZO
RAMOS (SU HERMANO)
Lo que se escribe debe tener un solo adorno: el
de la exactitud. Lo que se escribe no debe causar efecto, alarma en el lector,
la expresión no debe sonar jamás a discurso, a elocuencia declamatoria y
tribunicia. Nunca, en lo que se diga, haga o escriba, se debe llamar la
atención. En este principio se fundan todas las virtudes sociales.
JARS, OBRAS
COMPLETAS, EDITORIAL BIBLIOTECA AYACUCHO.
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Hamburgo, 5 de febrero de 1930 *
Señorita Dolores Emilia Madriz.
Cumaná.
Ilustre Dolores Emilia:
Te contesté la amabilísima carta que me dirigiste casa de Juan y ahora
me refiero a otra del 6 de enero. En esta nueva carta me demuestras la misma invariable
solicitud por mi bienestar.
Pero me hablas de venirte a Europa en abril próximo esperando en mi
salud. Para esa fecha no se habrá decidido todavía el tremendo problema de mi
salud. Yo mismo no sé qué tengo. Sospecho que todo este horror provenga de una enfermedad
parasitaria y así mismo piensan dos especialistas consultados. Pero si el
malestar posee existencia independiente y no deriva de esa infección, estoy
perdido.
Yo no sé cómo me alcanza el cerebro para escribir una carta.
El instituto tropical de Hamburgo asegura haberme curado la amibiasis perfectamente.
Pero los trastornos nerviosos no han desaparecido aún y se manifiestan de modo
contradictorio.
Salgo en esta misma semana para el Tirol, donde me someterán a un
nuevo tratamiento para restablecerme del agotamiento y quitarme los hipnóticos.
Solamente el miedo al suicidio me permite sufrir con tánta paciencia.
Yo te haré bien y tú quedarás contenta. Pero falta decidir este proceso.
Las mujeres alemanas son adorables, muy lindas, de aspecto infantil.
Los varones alemanes les pegan a sus mujeres. Una noche salvé a una niña
alemana de ser atropellada por un auto y ella se ciñó a mí y yo nunca sentí
como en ese momento la victoria infalible de la mujer, de la criatura indefensa,
sobre los hombres compasivos. La alemancita era como Luisa Elena Almándoz. Estaba
llena de terror y gemía. Carecía absolutamente de virtud o ferocidad.
Por cierto, en toda Europa se es inmoral, se vive y se deja vivir a
los demás. Los rugidos de la virtud antropófaga no se oyen por aquí. Los
europeos trabajan espantosamente y son muy afables. Aquí nadie echa maldiciones
ni blasfema. Estos son países muy cultos. Yo debí nacer en Europa porque soy profundamente
corrompido o sea humano.
Tú me conoces.
*Los Aires del
Presagio. Caracas, 2- edición. Monte Avila, Editores, 1976.
(Esta carta parece
estar incompleta, porque en la reproducción del autógrafo el breve párrafo
final no tiene el punto que aquí se le ha puesto, y falta además la firma de
Ramos Sucre).
Nota de la edición de
sus OBRAS COMPLETAS. JARS, OBRAS COMPLETAS, EDITORIAL BIBLIOTECA AYACUCHO.
TRANCE
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