Muy solícitas se han andado las nubes con la plana del
cielo, pues de todo han conversado, de todo han escrito, todo lo han esbozado,
abocetado, garabateado; versando sobre el fragor de la hora y la diluyente danza
del tiempo, ese instante que ellas saben efímero e impenitente; pues, para
maestras en el arte de desvanecerse y encarnar en último canto de cisne están
ellas, aunque jamás, en su efímera y mutante vida construyéndose y derruyéndose
en un soplo (como el furor de una intangible ars poética) hayan visto un cisne.
Eso nada les importa. No han venido a este mundo para complacer peticiones.
Todo lo han visto con sus ojos incorpóreos y volátiles, tan añejos como el
renovado despunte de cada mañana y de todo mañana; sus ancestros son como los antiguos
dragones, mutando sigilosamente en el rumor de todo lo creado. Amantes o
concubinas han de ser de los dragones, vaya uno a saber.
Sobre la tierra, entre tanto, los hijos de nuestra estirpe montan
cada escena, erigen cada armatoste, arman cada bullicio… Luego marchan con el
mentón alzado, como si fuesen a rozar a esas maestras del agua y del aire, para
bajarlas a tierra y se humillen a sus pies. Pero, en realidad, esos terrenales
mentones no suelen alzarse en su venia, sino en la venia de ese pequeño tahúr
multiplicado que vive agazapado, a trastiendas, en el último sótano de la más
oscura y lóbrega sombra y al que muy poco importa lo que sobre la plana del
cielo escriban nubes o guacamayas; aun a expensas de que la mágica y un tanto
oficiosa poesía haya de derrocharse en las cuestiones importantes, como el
dialecto de las nubes o la casta de los dragones.
Eso han escrito hoy las nubes.
Nube lacónica,
nube inmutada,
nube enlutada,
nube quemada,
nube enarcada
(cómo nos marca),
nube llorosa,
nube diabólica,
va con Mefisto
pintado en la cara,
lengua de fuego,
pícara nube perseguidora,
Hermes se hinca
en tus escarceos,
nube de copas
que vienes cargada,
de blancos racimos
Selene invitada,
nube arañada,
nube reptante,
nube andamiada,
nube carnosa,
nube falópica desvergonzada,
nube que tiento,
va con mi aliento,
nube tras Príapo,
nube sin faldas,
faz sin pudicia,
cruzándola rezan
impíos dos loros,
nube funérea,
magneto celeste
que -sin esfuerzo-
te robas las almas,
almohada fúnebre,
sonrisa del halo,
nada es tragedia
según tus contiendas,
puerto del aire,
anclaje dorado,
donde dichosos
encallan los sueños.
© lacl, 04/09/2019
Brillante, exceptional, estas Muy solícitas se han dado las nubes...Mil gracias
ResponderBorrarEduardo Embry Morales, Inglaterra.
Muchas gracias Eduardo. Que haya nube por aquellos cielos...
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