sábado, 25 de octubre de 2014

Los pensamientos infantiles, anotación matutina. / Debussy: "La Mer" / Boulez New York Philharmonic (1992 Movie Live)

© lacl 


Los pensamientos infantiles, anotación matutina.

Los pensamientos infantiles, aquella suerte de estampida de imágenes y visiones de realidad cósmica para las que el niño no encuentra medios expresivos, son sumamente poderosos, pues se originan o nacen, por así decir, en el seno de un ser desprejuiciado.

Un pensamiento infantil profundo (hay niños que pueden pensar -y aquí pensar es ver más allá- con mucho más alcance y profundidad de lo que lo pueden hacer 100 personas adultas que ya hayan pasado por lo que podríamos catalogar como su proceso de desconexión con el cosmos) puede avizorar una verdad ulterior, una verdad que luce o da la impresión de ser algo oculto para el resto del mundo. Pero la realidad es que esa visión de una verdad ulterior es una experiencia o fenómeno de algo que no está oculto, sino que está muy presente, vibrando a nuestro alrededor.

La percepción de que no somos parte del cosmos, por ejemplo, sino entes individualizados que nada tienen que ver con el afuera o con sus prójimos o que en nada se relacionan con el entorno de la creación, no es más que una ilusión que se sucede en el seno del espíritu humano, tal ilusión deviene de un bloqueo; un cerco que van construyendo en el niño, desde afuera, seres que ya fueron bloqueados. Y todo niño, un ser dotado con el don para el ver más allá de la fachada de las cosas, pasa por el trance de ser sometido a esa violenta castración. Es un acto de violencia, aunque pueda argüirse que se origina en un miedo incomprensible, un miedo a lo abismal.

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lacl 19 de Octubre, 2013



Debussy: "La Mer" / Boulez 





© [Luis Alejandro Contreras Loynaz/LetrasContraLetras - contracorrientes]. Todos los derechos reservados. Fecha de creación del blog: 2007. ©

2 comentarios:

  1. Ay del ay, LA. hago mía cada una de tus palabras. Y más allá de ellas lo que contienen. Sí, ciertamente enfrentarse a una vida que nace, desde que está en su primer hospedaje, no es tarea de enseñar sino de aprender. Y cuantas veces extraviamos ese mirar de miradas que nos trasciende, para encerarlo en los códigos de una enseñanza ue cota todas las alas. Que ciega el mirar interior. Ay si fuésemos aprendices y no creadores de cercas para que el niño se integre a una realidad que jamás soñó, ocupado como está en descubrir la esencia del universo y de su propio coraZón. Gracias LA por dejar estos alertas. Por rescatar el agua que dejamos deslizar en unos dedos que sólo se utilizan para cerrar puertas.

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  2. Mil gracias,.Mery, por tus palabras, por tu lectura, y por hacer pertenencia de aquello que ya es tuyo. Una vez más, escribo o respondo con retraso, descaminado como ando por estas veredas cibernéticas. Sospecho que el ser humano, todos en general, tendríamos que buscar una fórmula que, si no es nueva, probablemente está olvidada: la de aprender a aprender. Vivir cada comienzo del día reflexionando un poco sobre ese aprendizaje perenne que se instala en cada pulso, en cada visión, en cada aproximación al prójimo. A mí me parece que es una experiencia estimulante la de afrontar el día dispuestos a aprender algo nuevo, que acaso no sea tan nuevo, que está allí siempre al lado de uno, pero que no deja de enseñarnos. Hemos creado una civilización que le da preeminencia a nuestro conocimiento (un conocimiento meramente intelectivo) de todo lo que nos rodea. Y ello nos ha conducido a la más desamparada de las ignorancias. El maestro nunca debería sentirse o presentirse un peldaño más arriba del discípulo y, mucho menos, del infante, cuando se trata de la educación de los niños. El sistema educativo debería ser revisado, esa concepción moderna, occidental, del impartir educación está tatuada de muchos lunares y se asienta sobre muchos yerros. Quizás, como muy bien lo sugieres, se trata de un acto de contrición, de una revisión profunda. Acaso todo acto de bondad, tal como toda acción diseñada en pro del bien común, deba partir de un cuestionamiento personal, como base principal de nuestro respirar. Acaso nuestra educación tendría que volver a los principios de un "aprendiendo a aprender" nunca divorciado de la ética, del sentido común y, sobre todo, del enigma que nos planta un mundo sensible. En nuestra educación se envía a un depósito o desván todo aquello que concierne al mundo sensible. Y sin educación sentimental crecemos faltos de apoyo, desconectados, casi podríamos decir que mutilados.
    Un abrazo mundial, ancwstral, como aquellos de Vallejo.

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