lunes, 31 de diciembre de 2018

La colonia de hormigas les desea un venturoso 2019... / Una memoria... Ex abundantia cordis








La colonia de hormigas les desea un venturoso 2019...




































Una memoria...

Ex abundantia cordis

 MIÉRCOLES, 4 DE NOVIEMBRE DE 2015 
Ex abundantia cordis - De la abundancia del corazón

Hace dos mañanas volvió el amado Ludo (Vico) a nuestra casa, luego de haberse ausentado por una cantidad de días inusitada para sus costumbres, más o menos una semana, cuando lo regular es que se ausente dos, máximo tres días. La razón de su errabundez radica en que nunca se le pudo esterilizar, pues la sabia naturaleza ocultaba uno de sus testículos, cada vez que, con ese fin, le llevaba yo al veterinario. Alguien en mí se alegraba, por una parte, al no podérsele realizar la operación, aunque a sabiendas de que los gatos no esterilizados andan más expuestos a sufrir enfermedades y se desapegan más de la casa, al entrar en competencia con otros gatos. Siempre he tenido los sentimientos encontrados cuando se trata de esterilizar a uno de nuestros peludos. Entiendo que es recomendable y, sin embargo, no me resigno a sentirme como quien está torciendo designios para los que no está autorizado.

Lo cierto es que cuando entré a la cocina, contento de saber que Ludo había vuelto, inmediatamente me le acerqué y le noté algo huraño y asustadizo, algo que jamás había sucedido con ninguno de nosotros. Menos conmigo, a quien robó el corazón, luego de que Yineska me convenciera, a regañadientes, de que lo adoptáramos. Ludo estuvo a punto de salir corriendo cuando le atajé y comencé a hacerle cariños y hablarle tal como le hablábamos cuando era un cachorrito. La cara de Ludo inmediatamente se transformó en un rostro tan patéticamente colmado de ahogados sentimientos que, acto seguido, tanto sus ojos como los míos, se cristalizaron de lágrimas a duras penas contenidas.

Creo que pocas veces en mi vida he tenido una experiencia de tan cargado sentimiento como la acaecida hace dos mañanas. Y entre ellas cuento las experiencias vividas con otros seres humanos. Yineska, asombrada, me decía: ¡Ludo está llorando! Yo le pedí que lo cargara, tal como siempre hicimos con esa buena criatura. Luego lo volví a abrazar yo, mientras le decía: ya vamos a comer.

Lo que se dio entre Ludo y nosotros fue como un fenómeno de anagnórisis, una revelación por medio del mutuo reconocimiento. Siempre me he sentido, en parte, responsable de que Ludo sea esa alma nómada que es, lo que por un lado me alegra y por el otro me entristece. Pero lo que se nos reveló esa mañana, fue -a mi modo de ver- un escondido sentimiento de desamparo en esa alma pura, como si creyera o sintiera que nosotros ya no le quisiéramos, como siempre le hemos querido. Cuando nos quedamos solos, él y yo, le hablaba muy bajito. Prométeme que siempre vas a volver, Ludo, aquí no sólo tienes comida, aquí te damos corazón.

Luego de esto lo senté en una silla en el patio y seguí haciéndole cariños mientras conversábamos, rodeado por el par de curiosos y nuevos mininos por quien acaso se haya sentido desplazado. De allí estas estampas que ahora publico. Un buen rato estuvimos allí sentados, con Benito y Ágata en plan de felina observación.

Todos comieron luego regaladamente. Ludo permitió apenas que le hiciera otros cariños, acto seguido, rodeó la casa y salió, como siempre, por el garaje a explorar el mundo. Eso sí, ha vuelto esta mañana, tal como se lo habíamos pedido.

EX ABUNDANTIA CORDIS. Un venturoso 2019 para todos los seres queridos.





EX ABUNDANTIA CORDIS


Un venturoso 2019 para todos los seres queridos. los conocidos en carne y hueso y los conocidos en virtud de la palabra distante, pero enlazadora. Para los idos (en todas sus formas) y los venidos (idem). Andamos en labores de fuego y sabores, pero "porsia" pasamos un minuto para desearle todo lo mejor a cada una de esas almas que vibran en el mundo, en busca de seguir manteniendo la red humana bien enhebrada.

Salud, evolución, verdad, paz, luz, sosiego, afectos renovados y que se alejen, de una buena vez, las voces desdichadas y sus seguidoras, las voces plañideras...


Y si agrego esa maravilla de pieza de la Billos Caracas Boys es porque hoy le alzo un tributo particular, especial y tele-dirigido a esos dos seres maravillosos que han sido Maruja y Luis Amado, nuestros ancestros, quienes nos enseñaron a entregarnos al concelebrar. Escuchar QUE BUENA ESTÁ LA FIESTA es, amorosamente, verlos de nuevo bailar...


Salud!
lacl
























lunes, 24 de diciembre de 2018

Navidad de 1903, Carta de Rilke a Kappus - Función de la poesía, Extracto de una carta, 2012, lacl / Rainer Maria Rilke, Nenn ich dich Aufgang oder Untergang / J.S. Bach / Ich hatte viel Bekümmernis, BWV 21 (Herreweghe)





Extracto de una carta que me he conseguido al azar, justo en ocasión de desear yo publicar otro extracto de una de las cartas de Rilke a Kappus, las conocidas como “Cartas a un joven poeta”. Dejo el extracto de mi carta de antesala, toda vez que con ello deseo poner el acento sobre la importancia que le diera Rilke (y que para nosotros lo mantiene) el obrar con la palabra. 

Eso por una parte, pero por la otra, deseamos destacar es ése su convite a rescatar las horas solas, y a convidar a hacerlo precisamente en esos momentos en que la soledad pueda simbolizarnos desamparo en lo que concierne al concierto de la humanidad, nuestra dificultad individual de lidiar con nuestras propias sombras, angustias, anhelos y (¿por qué no?) hasta nuestros propios y usualmente huérfanos sentimientos. No puedo publicar la carta de Rilke completa, por estos precisos y preciosos momentos, pues ello significa ponerme a transcribir en unas horas que requieren de actos más serviles. Pero ello será, y he de agregarla sin duda, y si los hados no disponen de otra cosa. Por los momentos, contentémonos con leer este sencillo, pero franco llamamiento a un convivir con nuestro fuero interior que luce, cada vez, más imperioso en este mundo que corre tan vertiginoso. 

Salud
lacl

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“…A pesar de que siempre me ha atacado una suerte de ambigua relación amorosa, no con la poesía (ante la que no dudo en rendirme), sino con la encarnación del poeta y, más allá de eso, con la función de la poesía y, por ende, del poeta –si es que han de tener alguna-, no puedo dejar de promulgar a los cuatro vientos el daño que le ha causado al hombre, en general, su desoimiento.  

Haciendo tábula rasa, la poesía ha sido relegada, en muchos rincones del planeta, a un mero papel decorativo, a una suerte de exquisito culto a ser practicado por algunas minorías de seres sobre las que se piensa son excéntricos e inútiles. De alguna manera se enlaza lo que digo con aquella luminosa reflexión de Albert Einstein: “…La mente intuitiva es un regalo sagrado y la mente racional es un sirviente fiel. Hemos creado una sociedad que honra al sirviente y ha olvidado el regalo…” Y por el ánimo que confieren verdades tan contundentes como ésta es que nos atrevemos, alguna vez, a perder el pudor e irrumpir en voz.

Es, como dijera Rilke a Frank Kappus en sus “Cartas a un joven poeta”, la imperiosa necesidad lo que mueve al poeta. Y añado yo (¿por qué no?) a la poesía. Hemos rehusado el sagrado regalo de lo que aparentemente no lleva “razón”, para darle realeza a un mundo desalmado y sin latidos. Por lo que cobra vigencia de necesidad ese llamado a que nos invita poesía: el de, por ejemplo, contemplar el envés de una hoja y percatarnos de que, como ella, somos pasajeros de la vida…”

lacl, 2012


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(Rilke a Kappus)


“…No ha de quedar sin mi saludo, ahora que llegan las Navidades, y que en medio de tantas fiestas debe pesarle su soledad más aún que de costumbre. Pero si siente que esta soledad es grande, alégrese. Pues -así ha de preguntárselo a sí mismo- ¿que sería una soledad que no tuviera su grandeza? Sólo hay una soledad. Es grande y difícil de soportar. Y casi a todos nos llegan horas en que de buen grado la cederíamos a trueque de cualquier convivencia. Por muy trivial y mezquina que fuere. Hasta por la mera ilusión de una ínfima coincidencia con cualquier otro ser. Con el primero que se presente, aunque resulte tal vez el menos digno. Mas acaso sean éstas, precisamente, las horas en que la soledad crece, pues su desarrollo es doloroso como el crecimiento de los niños y triste como el comienzo de la primavera. Ello, sin embargo, no debe desconcertarle, pues lo único que por cierto hace falta es esto: Soledad, grande, íntima soledad. Adentrarse en sí mismo, y, durante horas y horas, no encontrar a nadie... Esto es lo que importa saber conseguir. Estar solos como estuvimos solos cuando niños, mientras en derredor nuestro iban los mayores de un lado para otro, enredados en cosas que parecían importantes y grandes, sólo porque ellos se mostraban atareados, y porque nosotros nada entendíamos de sus quehaceres…”

Rainer Maria Rilke al joven Franz Kappus.
Roma, 23 de diciembre de 1903