martes, 29 de noviembre de 2016

Matsuo Basho. La primavera ida






Instante y fugacidad se casan con contemplación y panorama de trazos infinitos. El instante detenido en el ser. Temporalidad desdoblada sobre un tálamo que nos otorga sabor de eternidad. Perpetuación y profanidad sobre un plumaje que, como un aura, sacraliza nuestra mudez. La poesía en todo su esplendor, eso es lo que surge del Hai Ku, cuando el alma se aposenta y, sin pedir nada, acepta el regalo.
(lacl)


Matsuo Basho La primavera ida

Se va la primavera,
quejas de pájaros, lágrimas
en los ojos de los peces

Versión de Octavio Paz


Se va la primavera,
lloran las  aves, son lágrimas
los ojos de los peces.

Versión de Antonio Cabezas


La  primavera pasa,
lloran los pájaros,
son lágrimas los ojos de los peces.


Versión de Francisco F. Villalba




Pasa primavera.
Lloran las aves. Lágrimas,
los ojos de los peces.

(He intentado otra versión, lacl)




Nadie emprende
este camino salvo
el crepúsculo de otoño.

Versión de Francisco F. Villalba


En la campiña,
sin tocar cosa alguna,
canta la alondra.

Versión de Antonio Cabezas


Sobre el tejado:
flores de castaño.
El vulgo las ignora.

Versión de Octavio Paz
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https://www.youtube.com/watch?v=zXvzgR3A9_I&t=50s

miércoles, 23 de noviembre de 2016

SOBRE LOS LIBROS DESHEREDADOS POR LOS HEREDEROS




¿Cuántas veces no me he topado yo, en los puestos de remate, con libros que llevaban el sello de la Biblioteca Nacional u otras oficiales, y en cuyas páginas podía uno ver la estampa de un sello húmedo con una inscripción que anunciaba: “Colección Fulano de tal"?
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Una vez me topé con la Decadencia de Occidente, de Oswald Spengler, proveniente de la “Colección Reyes Baena” creada por la mencionada biblioteca. No puedo estar al tanto de si fue dado de baja por órdenes superiores de la misma biblioteca, pues para nadie es un secreto que tales decisiones se toman administrativamente con los libros viejos, amén de que el tomo de la Decadencia de Occidente que perteneciera al señor Reyes Baena estaba colmada de numerosísimas anotaciones personales, lo que dificultaría la lectura a un lector que tan sólo deseara conocer el ideario de Spengler. Eso sí, me niego a afirmar que ese libro estaba muerto, estaba muy vivo y en permanente relación con su amparador, el señor Reyes.
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Por otra parte, creo que un libro no muere al ser leído, pues comienza vivir en nosotros. Lo que no le resta importancia al gesto de desprendimiento al regalarlo. Sin embargo, hay libros particularísimos que, me atrevo a decir, un lector se sentirá impedido para regalar, por el amor que nace entre ciertas y particulares señas del alma.
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Esto aparte, tampoco podremos saber si la aparición de esos libros en los remates de la Avenida Fuerzas Armadas, fue consumado por la mano de un empleado deseoso de ganarse algunos reales extra o que, como hubiera sido en el caso de este servidor, alguien se haya apiadado del destino que las bibliotecas le dan a algunos libros añejos, como lo es la hoguera. Lo cierto del caso es que Venezuela es una provincia sin memoria, pues ese libro, como tantos otros destinados al fuego, sería parte del ideario colectivo de este fingimiento que llamamos nación, enser de la memoria colectiva y del espíritu de la nación.
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Prácticas como la referida nos sirven de indicio para repetir lo tantas veces dicho: el venezolano se ha caracterizado, secularmente, por ser un desmemoriado en lo que toca a culto de sus raíces y ha demostrado una sempiterna villanía ante sus valores humanos. Casi me atrevería a decir que el venezolano, grosso modo, se precia de su vileza ante todo lo que nos traiga aromas de pasado.
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Comentario aparte, una querida amiga me relató una vez que uno de nuestros más conocidos narradores, a quien no es necesario mencionar (dado que no lo conozco personalmente y uno debe respetar privacidades), ha optado desde hace varios años, por tener una biblioteca muy escueta, personal, de la que constantemente entran y salen títulos; un austero anaquel, que permanentemente se renueva. No crece ni decrece en número, sólo que sus títulos rotan. Cuando entra uno, ha de salir otro.
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Un gesto de desprendimiento que no todo mundo estará dispuesto a arrostrar…
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Breves reflexiones ocasionadas por la lectura de una glosa divulgada por el grupo Promotores de Lectura (Susan Castro R)

Lamentablemente ya el enlace no se encuentra en la red:
21 de noviembre de 2013


Manuscrito de Francisco de Miranda.

Arriba, un manoseado tomo de Aldous Huxley, Ciencia, Libertad y Paz.

Otros libros...










martes, 15 de noviembre de 2016

JAROSLAV SEIFERT - EL GRITO DE LOS FANTASMAS, FRAGMENTO



 








EL 
GRITO 
DE 
LOS 
FANTASMAS 
.
Dos poemas del admirado Seifert, en versiones de Alejandro Drewes, sobre las traducciones al catalán de Monika Zgustová.

...

V
.
Los labios de la joven se iban marchitando
como una flor arrancada
cuando se le escapaba el alma por la boca
y se diluía en el azul.
.
Tanagra sonreía
y la querida muñeca de la joven viviente,
iba sonriendo con la muerta hasta la tumba
para contemplar al punto
como el ángel de la putrefacción
se acercaba a su cuerpo
y le iba desgarrando la piel
con las uñas moradas.
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Durante mucho tiempo aún vagaban espectros
por allí, y espantaban con sus voces a los vivos
que pasaban cerca.
Ahora hace tiempo que todo está tranquilo.
.
Apenas si detrás del matorral de retamas
descansan los viajeros a veces
y a los labios llevan flautas de caña
que guardan bajo la capa.

.

VI
.
¿Dónde he leído la canción
de esa fina túnica de muchacha?
De tan poco que se defendiera,
habría sido fácil de vencer.
Tan difícil que hubiera podido evitar su pecho
y deslizarse por la curva de la espalda,
pues el pecho mismo estaba en una palma
como anillo inocentemente atrapado
en la trampa del lobo.
..
Apenas si quedó un puñado de polvo
y basta.
Se alzaba y caía otra vez en lo oscuro
por todo el espacio del sepulcro.
Y por una grieta entre las losas,
como un ladrido de perros,
penetraba, cada tanto, el aroma de las violetas.

***

Versiones castellanas de Alejandro Drewes
(sobre las traducciones al catalán de Monika Zgustová:
El crit dels fantasmes i altres poemes, Edicions del Mall, Barcelona, 1984) 


El umbral del año nuevo.